Mi precedente referencial inmediato de la capacidad artística de Epicentro, el grupo representativo del Colegio de Danza Contemporánea, está en la Temporada de Primavera y la actuación en el Teatro de Aguascalientes representando a Querétaro en la Feria de México, ambas en 2015 (http://www.raza.com.mx/eclectica/el-espectador/2523-epicentro-brilla-en-la-feria-de-mexico), de muy gratos recuerdos y certidumbre acerca de la persistencia en la superación y perfeccionamiento dancístico y creativo. No pude presenciar la temporada presentada con motivo del Día Internacional de la Danza en 2016. El ensamble estudiantil ha hecho una temporada más los días 25, 26 y 27 de mayo de su programa Diálogo entre Jóvenes con dobles funciones, matutina y vespertina, con el ánimo de captar la interlocución de estudiantes en vías de definición y opción vocacional sin que el horario sea un obstáculo. Por lo menos la mañana del viernes los resultados no fueron para echar cohetes, no pasamos de la docena de espectadores, contando a los de casa. Por la tarde la asistencia fue mucho mayor, aunque la intervención juvenil fue escasísima. En el piso y bajo las luces no hubo diferencia en la entrega de los intérpretes en formación.
Llamó la atención la estructura de la programación con una temática que inicia inspirada en el entorno concreto y va pasando a la exteriorización de pasajes o momentos internos a partir de la asunción de situaciones conocidas mediante la observación o la adquisición de información; hasta llegar a una sugerencia de atemporalidad y/o espacialidad indeterminada incluso irrelevante dada la mezcla donde onirismo y realidad se truecan, se intercambian y se confunden sin ser una obstrucción para los sentidos. El descubrimiento de esa situación dialogante entre foro y graderío crea una agradable sensación de privacidad multitudinaria; un saberse atendido, entendido y reciprocado que revitaliza la condición de espectador más allá de la efemeridad escénica.
En la interpretación de las cinco coreografías se advierte preciosismo técnico y contención, o sea, el bailarín al servicio de la creación y significación coreográfica, y no al contrario; empeño en la expresividad, en la organicidad, y en este desempeño una perseverancia que deja grabada la memoria corporal. Vi intensidad y proyección sin espavientos ni regodeos traducibles en excesividad. Se agradece que no se intente el dejarlo a uno impresionado sin decirle nada o muy poco por irrelevante o escaso.
Otra agradabilidad unitaria de este programa lo ha dado la plasticidad cual si las cinco obras hubieran sido creadas para ser presentadas juntas, lo se antoja muy dudoso. Imposible imaginar semejante concertante, máxime mediando la diversidad de compromisos individuales. Solo queda pensar en una afortunada conjunción, o su atinada concreción a la vista de las posibilidades coincidentes. El vestuario, el trazo, las sucintas caracterizaciones mucho contribuyeron a plasmar tal plasticidad. La creación escenográfica mucho brilló precisamente por su no-avasallamiento, su contenido protagonismo, la precisión de los oscuros para indicar los finales; su exactitud para dejar de estar, particularmente en la danza de cierre del programa con las penumbras y las siluetas visibles lo suficiente para no perder significación. Sin embargo las iluminaciones cenitales hicieron muy entrañable el diseño lumínico de la aludida temporada primaveral en 2015.
Muy deseable la reposición de este programa breve y vibrante ya no como Diálogo entre Jóvenes, siempre y cuando sea posible en espacio cerrado, aunque se impongan concesiones lumínicas mientras se cuente con un ciclorama negro.
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