Una oferta de estupidez firmada por XTeatro en la que va la actuación de Juan Carlos Rocha puede valer como apuesta ganadora por un montaje escénico de entretenimiento esmeradamente planteado y construido desde la elección de la dramaturgia, fue el pensamiento que me animó el viernes 20 de noviembre a La Caverna de la Casa de la Cultura ‘Dr. Ignacio Mena Rosales’, en el Centro Histórico de Querétaro. Toda la extrañeza por Maura Lerma. Pero apenas subió al vagón reclamando el asiento que ocupaba indebidamente una maleta que ahí estaba desde antes de la primera llamada y se abrió en mi disco duro el archivo del Mesón de los Cómicos de la Legua en 2009. Entonces Manuel Puente Villa dirigió “Un viaje superficial”, del guanajuatense Jorge Ibargüengoitia, integrando la mitad del elenco con actores egresados de la FBA-UAQ.
Maura Lerma fue integrante de la última promoción que egresó de la carrera de Técnico Superior en Actuación. El montaje para la titulación, en 2006, fue “Misterio bufo”, del italiano nobelizado Dario Fo. El maestro Puente llevó el crédito de la dirección. Si alguien armó un follón fue la huésped francesa en la hacienda donde sucede la trama, o sea, M. Lerma. Que también debió armarlo en “Sexo, pudor y lágrimas”, de Antonio Serrano, dirigida por Dante Irrera, en 2007, sucede que de las actrices solo recuerdo los nombres de Vianney Servín y Alejandra Segovia. En “La estúpida historia del hombre y la mujer que no son lo que parecen, ni parecen lo que son” Lerma repite el numerito, esta vez como una magnífica y provocativa extorsionadora y estafadora con disfraz de una ambiciosa actriz dispuesta a obtener una oportunidad interpretativa a costa de cualquier audacia. Los usuarios del metro de la ciudad de México podrían verla como una vagonera muy especial. Las diferentes facetas del personaje de desarrollado por Lerma se van desplegando como las muñecas de una matrushka. Descaro tras descaro uno va cayendo en la cuenta de lo bien que ha sido engañado. Inicialmente uno muerde el anzuelo de la pasajera que reclama el asiento que le corresponde, a continuación el fortuito hallazgo de una personalidad cinematográfica de quien puede obtener un apoyo para triunfar en una audición. Después que sonsaca al supuesto cineasta para aprovechar un ‘accidental’ apagón dentro del tren para ‘pasarla bien’, a continuación la extorsión con las escenas filmadas con el ipod. Quizá éste sea el momento menos verosímil, pues la extorsionadora amenaza con mandar las imágenes a una Leticia (Laeticia Casta) que ella supone, lo mismo que las relaciones en las que el cineasta estaría involucrado, pero como ni siquiera es cineasta tal envío le debería importar un pito. Sucede la extorsión. El extorsionado, literalmente se queda en calzones. Llegan a Londres y desaparecen. Vemos el mismo vagón, otro viajante, y la misma maleta ocupando un asiento que corresponde a… la vagonera que ya hemos visto actuar y que se dispone a repetir el numerito que hemos presenciado.
Maura Lerma y Juan Carlos Rocha están en un punto exacto de verosimilitud humorística, con un equilibrio y un ritmo que hacen de esta ‘estúpida historia’ un viaje muy disfrutable. La duración ni se siente, es más, queda uno con la curiosidad por el regreso.
Por supuesto que suceden otras circunstancias que propician la sinvergüenzada, que a estas alturas ya no sabemos en cuáles pudo haber intervenido la bella y graciosa pilla, por ejemplo que la esposa del estafado perdiera el viaje; que en la valija destruida por el personal de seguridad estuviera la identificación de la víctima; que tal destrucción provocara un apagón. Entre las situaciones propiciatorias estaría la selección del individuo idóneo. Que éste ocupe la cabina donde ella ya tiene dispuesta la maleta que ‘ocupa su lugar’.
Aunque la trama está muy hecha para quienes no quieren ir al teatro para pensar, no se puede pasar por alto que “La historia estúpida…” no funcionaría sin el engreimiento masculino en capacidades galantes hasta el momento de la provocación ignoradas, y así entusiasmarse sin sospechar intenciones ajenas a la mera seducción, que en el mejor de los casos ha permanecido en latencia.
Se agradece la recreación escenográfica de la cabina del tren subacuático, porque otros menos atentos quizá se habrían contentado con los asientos y las maletas para ubicarnos en la situación viajera.
Seguramente una comedia tan disfrutable permanecerá en repertorio y XTeatro no acostumbra cambiar los elencos. Qué bien que Maura Lerma vuelve a dejarse ver en el escenario.
There are no images in the gallery.
|