Y a la tercera función la multitud seguía arremolinada en la taquilla para presenciar “Eva’s” en el foro del Museo de la Ciudad de Querétaro el lunes 30 de marzo. Pensé que el domingo a media tarde cualquiera está como víbora haciendo la digestión de una opípara tragazón, y por tanto difícilmente se desapoltronaría para ir… ¡al teatro! Escogí la función de estreno de las 17:30 horas para no tropezarme con más público que los consabidos apoyadores: las mamás, las tías, las madrinas (papás, tíos y padrinos estarían viendo el futbol), primas, y aspirantes a pretendientes y aminovios, o sea, muy pocos espectadores. Sobre Guerrero, media cuadra antes de cruzar la calle de Hidalgo, se veía una aglomeración juvenil en la entrada del exconvento de las Capuchinas. Todavía no es Semana Santa, esa chaviza ni amarrada entra a la iglesia. Seguramente habrá una tocada. ¡No! Era una muchedumbre de jovencísimas evas que esperaba llegar a la taquilla de “Eva’s”. Los acompañantes eran muy pocos. Un que otro adulto parecía extravagancia o extraviado. ¿Qué está haciendo Hada Verde para lograr semejante convocatoria?
No me esperé a la segunda función dominical, dejé apartado mi lugar para el día siguiente, y qué bien hice porque volví a encontrarme con la misma aglomeración. Después de recibir su boleto numerado los espectadores hicieron una fila frente a la puerta del foro que se prolongó como en las mejores funciones del Festival de la Joven Dramaturgia, aunque en tales ocasiones las entradas son por cortesía hasta donde resista el aforo. La empresa cultural nació como el grupo teatral El Hada Verde que atinadamente prescindió del artículo pues sonaba a malencubierta incitación al chupe, o en el mejor de los casos se prestaba al chiste y la vacilada. Sin ser una novata no podría presumir de experimentada.
Tengo entendido que “Eva’s”, una ilusión idealizada del enamoramiento, surgió como una idea preuniversitaria. A Vanessa Vázquez, dramaturga y directora escénica de la obra, sólo la he conocido con un personaje de mesero (sic) en “La que hubiera amado tanto” muy acertada sobre todo con su par de parlamentos acosadores del protagonista; en la misma obra con el personaje de la apesadumbrada y avergonzada mamá del solterón; y finalmente burlándose de Andrea cuando sale con Odilón a antrear. Nada suficiente para constituir una trayectoria teatral.
De las siete actrices del elenco a Jael Ruiz, Rubí Cervantes y Mónica Durán las he visto con anterioridad y solamente a la última lo bastante para apuntar un historial escénico desde la vitalidad y la energía vertidas en “Los ojos perdidos de Mirmidón” en el que sobresaldría la diversidad histriónica plena de creatividad, sacando paralelamente un tierno y emocionado personaje infantil los domingos en “La búsqueda de Lola”, y los jueves una candente modelo liberada de restricciones para exigir y gozar en la cama del placer y fragor sexual en “Jaque mate”. Resolver con notoriedad la tragedia y la comicidad seguramente es cosa seria, y en ambos casos he visto a R. Cervantes: como la enloquecida Lady Macbeth, a medio término universitario, y como una escandalizante y provocadora por atrevidamente trasgresora Eva en “Las puertas de…”.
J. Ruiz es fácil recordarla porque es muy difícil olvidar esa experimentación titulada “Puentes y desembarcos” (http://www.raza.com.mx/eclectica/el-espectador/2021), y como bruja shakespereana en aquel oscurísimo bosque macbethiano. De las tres actrices debe haber habido otras presencias que no he retenido, no he presenciado, o he preferido no anotar --las menos--. Los actores Ruy Nieves y Miguel Ortiz traen con mucho acierto y simpatía sus personajes bufos, o casi, de “La trucha asada”.
Un conjunto de ingredientes, especialmente la inexperiencia de de Vanessa Vázquez y de la empresa, insuficientes para prever, ni pronosticar el acierto escénico de “Eva’s” y la magnífica recepción del público. Quizá en esta novatez no cupo la visión del enorme riesgo de una apuesta por el teatro ¡sin palabras! durante ochenta minutos aproximadamente. Se tuvo confianza en una propuesta dramática muy bien respaldada con el diseño de vestuario y maquillaje, valiéndose de un mínimo de recursos escenográficos y triunfaron. Cabe entender que la uniformidad de vestidos y arreglo facial de las siete actrices corresponde a uno solo y mismo personaje. De aquí una explicación para el título indicándonos el singular posesivo sajón.
Más puntualmente: están triunfando. Impensable que todo este trabajo vaya a quedar en una temporada de estreno.
Siete sketches atinadamente trazados para transcurrir con gracia y agilidad mostrándonos igual número de situaciones definitorias de la joven mujer contemporánea con gran riqueza de gestualidad y expresividad corporal cargando hacia la exageración cómica: unas sobreactuaciones muy medidas. Al llegar ‘la bulímica’ la duración empieza a cansar pero afortunadamente es la penúltima eva, y ‘la ejecutiva’ remata con una mayor diversidad argumental.
Ilusión idealizada del enamoramiento
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